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Gestión de activos: ¿más rentabilidad al delegar tus inversiones?

Además de realizar las inversiones, el gestor monitoriza activamente su evolución, realiza ajustes tácticos y se encarga de aspectos como la diversificación de carteras, la protección del capital y, si se acuerda, la optimización fiscal.

Asset Management: gestión institucional y gestión privada

Los gestores de activos han sido tradicionalmente responsables de manejar grandes patrimonios y de gestionar inversiones para entidades como fondos de pensiones, aseguradoras o fundaciones. Sin embargo, hoy en día también existen servicios diseñados para inversores particulares con capitales más modestos.

Desde carteras gestionadas por bancos hasta plataformas digitales (robo advisors), es posible delegar la gestión de inversiones de forma profesional sin necesidad de disponer de una gran fortuna. Esta opción resulta especialmente útil para quienes no tienen tiempo, experiencia o interés en seguir los mercados financieros de cerca, pero desean construir una cartera diversificada ajustada a su perfil de riesgo.

Gestión de activos estandarizada vs. gestión individualizada

Existen modelos de gestión estandarizados —ideales para carteras de tamaño medio— que siguen una estrategia común para clientes con perfiles similares. Son más accesibles y suelen requerir una inversión mínima de unos 50.000 €.

La gestión personalizada, por otro lado, se diseña a medida y está disponible generalmente a partir de los 500.000 €, ya que implica un seguimiento continuo y decisiones totalmente adaptadas a las necesidades del cliente.

En ambos casos, se invierte en productos como acciones, bonos, fondos, ETFs o materias primas. El nivel de personalización y control varía según el capital y el modelo de servicio contratado.

Regulación y seguridad de la gestión de activos

En España, este tipo de servicios deben estar regulados por la CNMV. Si la entidad gestora quiebra, el dinero del cliente está protegido, ya que permanece depositado en cuentas segregadas a su nombre.

Cómo distinguir un gestor de activos autorizado

La denominación “asesor financiero” no está protegida legalmente, por lo que es clave verificar que la entidad ofrece gestión discrecional de carteras y está registrada en la CNMV.

Solo las entidades autorizadas a ejercer como gestores de activos pueden invertir en tu nombre y ofrecer un servicio completo de asset management. Otros actores sin licencia únicamente pueden dar asesoramiento limitado o vender productos financieros concretos.

¿Cómo reconocer una buena gestión de activos?

Un buen gestor destaca por:

  • Contar con certificaciones de prestigio como CFP (Certified Financial Planner), CFA (Chartered Financial Analyst) o CIIA (Certified International Investment Analyst).
  • Mantener una relación profesional basada en la confianza, evitando promesas excesivas o recomendaciones sin fundamento.
  • Hacer preguntas detalladas sobre tu situación financiera, tus objetivos y tu perfil de riesgo.
  • Incluir criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), si así lo deseas.

Costes: ¿cuánto pagarás realmente?

El coste de un gestor de activos varía según el tipo de acuerdo:

  • Comisiones anuales sobre el patrimonio gestionado (no deberían superar el 1,5 %).
  • Honorarios fijos o variables por éxito.
  • Costes asociados a los productos incluidos en la cartera (fondos, ETFs, etc.).

Por ejemplo, si se gestiona un millón de euros, el coste anual suele rondar los 15.000 €. A partir de cierto umbral, algunas familias optan por constituir un family office para gestionar sus inversiones de forma independiente.

Conclusión: ¿vale la pena delegar ?

Si dispones de un capital relevante y prefieres no ocuparte de tus inversiones de forma directa, contratar a un gestor de activos puede ayudarte a obtener una mayor rentabilidad, reducir riesgos y ahorrar tiempo. Eso sí, asegúrate de comparar opciones, entender bien las comisiones y verificar siempre que la entidad esté regulada por la CNMV.

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