intereses negativos

Comisiones por depósitos en los bancos: por qué ocurren y qué puedes hacer como ahorrador

Durante años, parecía impensable que guardar dinero en el banco pudiera costar dinero. Sin embargo, cada vez más entidades aplican lo que se conoce como “intereses negativos” o comisiones por depositar dinero. Pero…¿por qué los bancos cobran por nuestros ahorros? ¿Qué hay detrás de esta medida y qué alternativas tiene el ahorrador para evitarlo?

¿Qué son los intereses negativos o comisiones por depósitos?

Las comisiones por depósitos, también conocidas como intereses negativos o comisiones de custodia, suponen que el cliente debe pagar al banco por mantener su dinero en una cuenta. Es decir, en lugar de recibir intereses por sus ahorros, el cliente ve cómo su saldo disminuye con el tiempo.

Estas comisiones pueden adoptar distintas formas: desde un cargo directo sobre el saldo hasta comisiones encubiertas bajo conceptos como custodia de efectivo o simplemente subidas en los gastos de mantenimiento. En la práctica, todas implican lo mismo: tu dinero pierde valor simplemente por estar depositado en una cuenta corriente.

¿Por qué los bancos aplican estas comisiones?

Para entender este fenómeno, hay que tener en cuenta cómo funciona el sistema bancario. Los bancos obtienen beneficios prestando dinero a cambio de intereses. Para ello, necesitan captar liquidez, que tradicionalmente obtenían de los depósitos de clientes o de préstamos de otros bancos.

Sin embargo, la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) cambió radicalmente tras la crisis financiera. Desde 2014, el BCE aplica tipos de interés negativos a los bancos que aparcan dinero en el propio banco central. Esta medida busca estimular el crédito y el consumo, penalizando el ahorro excesivo de las entidades.

Como consecuencia, muchos bancos prefieren no acumular depósitos que luego no pueden rentabilizar. Por eso, trasladan parte del coste de esa situación a los propios clientes mediante comisiones o penalizaciones por exceso de liquidez.

¿Cuánto duran estas condiciones?

Mientras se mantenga la política de tipos bajos o negativos, es previsible que estas comisiones sigan vigentes. Aunque se han producido algunas señales de cambio en los últimos años, la realidad es que el contexto económico sigue marcado por la inestabilidad, el endeudamiento público y un crecimiento moderado. Subir los tipos de interés demasiado rápido podría generar nuevas tensiones económicas.

¿Afectan estas comisiones a todos los clientes?

No todos los bancos ni todos los clientes están afectados por igual. En general, las entidades suelen aplicar estas comisiones a grandes saldos, especialmente en cuentas de empresa. Sin embargo, cada vez son más frecuentes los casos en los que también los particulares deben pagar por mantener ahorros en cuentas corrientes o depósitos sin rentabilidad.

Además, aunque una cuenta no aplique una penalización directa, si los intereses ofrecidos son inferiores a la inflación, el dinero pierde valor en términos reales. Es lo que se conoce como rendimiento real negativo.

¿Qué opciones tienen los ahorradores?

1. Cambiar de banco

Una solución inmediata puede ser trasladar el dinero a una entidad que no aplique comisiones por depósitos. Sin embargo, esta opción puede tener un efecto limitado. Muchas entidades tienen exceso de liquidez y, si reciben demasiados depósitos nuevos, podrían terminar aplicando también comisiones. Además, los bancos que actualmente no cobran por mantener el dinero pueden cambiar sus políticas con el tiempo.

2. Buscar productos de ahorro en otros países europeos

Existen plataformas que permiten acceder a cuentas de ahorro o depósitos en bancos de otros países del Espacio Económico Europeo. En algunos casos, estos productos ofrecen intereses positivos, especialmente en países con menor exceso de liquidez. Eso sí, aunque están protegidos por mecanismos de garantía de depósitos nacionales, conviene valorar el riesgo asociado a la estabilidad financiera del país de origen.

3. Invertir en lugar de ahorrar sin rentabilidad

Otra alternativa es destinar una parte del capital a inversiones. Aunque implica asumir cierto riesgo, invertir permite aspirar a una rentabilidad superior a la inflación, protegiendo así el valor real del dinero. La clave está en no invertir todo el capital líquido, sino una parte que no se necesite a corto plazo.

El conocido triángulo de la inversión (rentabilidad, riesgo y liquidez) sigue siendo la base para tomar decisiones informadas. En el contexto actual, los productos sin riesgo apenas ofrecen rentabilidad, por lo que es necesario asumir algo de riesgo o comprometer el capital a más largo plazo si se quiere obtener beneficios reales.

Existen múltiples opciones: acciones, bonos, fondos de inversión, activos inmobiliarios o modelos alternativos como el crowdfunding o crowdlending. Lo importante es conocer cada producto, su riesgo y su plazo.

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