que es la rentabilidad

Alta rentabilidad: así puedes conseguirla con tus inversiones

Está claro que, cualquier persona que ahorra busca que su dinero crezca con el tiempo. Sin embargo, productos tradicionales como las cuentas de ahorro, los depósitos a plazo o el dinero parado en el banco ya no son suficientes. Los tipos de interés en España han mejorado ligeramente en los últimos años, pero siguen sin ofrecer rentabilidades realmente atractivas. Si quieres que tu inversión rinda de verdad, tendrás que buscar otras alternativas.

Eso sí, a la hora de invertir, siempre aparece el dilema de fondo: ¿apostar por la rentabilidad o protegerse frente al riesgo? En este artículo te queremos explicar de manera sencilla qué es la rentabilidad, cómo se calcula, y qué opciones existen hoy en día para invertir con expectativas de retorno elevadas. Y, como no podía ser de otra forma, también veremos cómo gestionar el riesgo sin perder de vista tus objetivos financieros.

Qué es la rentabilidad

La rentabilidad mide el beneficio que obtienes con una inversión respecto al capital que has invertido. Es decir, no basta con saber cuánto has ganado, sino cuánto has ganado en proporción a lo que arriesgaste o aportaste inicialmente. Por eso, la rentabilidad es uno de los factores a tener en cuenta para comparar distintas alternativas de inversión y tomar decisiones informadas a corto y largo plazo.

El cálculo de la rentabilidad te permite, por ejemplo, identificar qué producto ofrece un mejor rendimiento a igualdad de inversión, o cuánto interés necesitas obtener para alcanzar una determinada meta financiera.

¿Es lo mismo que el beneficio?

No exactamente. Imagina que prestas 1.000€ y te devuelven 1.100€. El beneficio neto son 100€. En otro escenario, prestas 2.000 € y recuperas 2.200€, lo que supone un beneficio de 200 €. A simple vista, parece que la segunda opción es mejor. Pero si calculas la rentabilidad, verás que ambas operaciones tienen el mismo rendimiento: un 10%, ya que en ambos casos ganas un 10% del capital que invertiste.

Por tanto, el beneficio indica cuánto ganas en términos absolutos, mientras que la rentabilidad indica cuánto ganas proporcionalmente. Esta diferencia es fundamental cuando analizas opciones de inversión.

La variable del tiempo

Otro aspecto importante que muchas veces se pasa por alto es el plazo de la inversión. Si consigues una rentabilidad del 10% en seis meses, no es lo mismo que obtener ese mismo 10% en un año. En el primer caso, si anualizas la rentabilidad, estarías hablando de un 20% anual. En el segundo, la rentabilidad anual sería solo del 10%.

Por eso, cuando se habla de rentabilidad, siempre se expresa en términos anuales, bajo la fórmula “% p.a.”, que significa per annum o por año. Así se pueden comparar inversiones que tienen distintos plazos o vencimientos.

Rentabilidad y riesgo: un equilibrio necesario

Uno de los principios más básicos en el mundo de la inversión es que no hay rentabilidad sin riesgo. Cuanto mayor es la expectativa de beneficio, mayor suele ser también la exposición a pérdidas. No se trata de asustar, sino de asumir que las inversiones más rentables no son aptas para todos los perfiles.

Eso sí, cuidado con una idea equivocada muy extendida: asumir más riesgo no garantiza automáticamente una mayor rentabilidad. Puede que inviertas en un activo muy volátil y aún así no consigas el rendimiento esperado, o incluso pierdas capital. Por eso es importante analizar bien dónde pones tu dinero.

También hay que tener en cuenta el factor liquidez, es decir, la facilidad con la que puedes recuperar tu dinero si lo necesitas. Algunas inversiones son muy rentables, pero poco líquidas: si necesitas vender antes de tiempo, podrías tener que hacerlo con pérdidas. En ciertos casos, la falta de liquidez puede convertirse en un riesgo en sí misma, sobre todo si tus circunstancias cambian y necesitas acceso rápido a tus fondos.

En definitiva, toda inversión debe evaluarse teniendo en cuenta tres pilares: rentabilidad, riesgo y liquidez. Buscar el equilibrio entre estos factores te ayudará a construir una cartera sólida y coherente con tus objetivos personales.

¿Qué tipos de inversiones ofrecen alta rentabilidad?

Acciones: la opción clásica con potencial

Invertir en bolsa sigue siendo una de las formas más rentables de hacer crecer tu dinero a largo plazo. Las acciones, participaciones de empresas cotizadas, han ofrecido históricamente rentabilidades medias anuales del 7 al 9%, aunque con periodos de caídas importantes.

Además del beneficio por la revalorización, muchas compañías reparten dividendos cada año, lo que se traduce en ingresos pasivos para el accionista. Eso sí, hay que estar preparado para los vaivenes del mercado: no todas las acciones suben y las pérdidas pueden tardar en recuperarse.

Fondos indexados y ETFs: inversión diversificada y rentable

Si quieres exponerte al mercado sin complicarte demasiado, los ETFs (fondos cotizados) o los fondos indexados pueden ser tu mejor aliado. Replican índices como el IBEX 35, el EuroStoxx 50 o el S&P 500, y te permiten invertir en muchas empresas a la vez con una sola operación.

Al estar diversificados, el riesgo es menor que con acciones individuales. Además, tienen comisiones muy bajas, especialmente si los comparas con fondos de gestión activa. A largo plazo, los ETFs han demostrado ser tan rentables (o más) que muchos productos más caros.

Inversiones alternativas: más allá del mercado tradicional

Dentro del universo de la inversión, también existen opciones menos convencionales, conocidas como inversiones alternativas. No se trata de una clase de activo específica, sino de un conjunto de fórmulas que se alejan de los productos tradicionales como acciones o fondos, y que pueden ofrecer un alto potencial de rentabilidad, aunque con un nivel de riesgo igualmente elevado.

En los últimos años, han surgido plataformas digitales que permiten acceder a este tipo de inversiones de forma mucho más accesible. Un buen ejemplo es Hausera, que abre la puerta a participar en activos alternativos como arte, coleccionismo o bienes de valor mediante inversiones fraccionadas. Gracias a tecnologías como la tokenización, los inversores pueden diversificar su cartera con productos que antes estaban reservados a grandes patrimonios, y hacerlo con total transparencia.

Estas nuevas formas de inversión no están exentas de riesgo, y requieren un enfoque informado y estratégico. Pero bien gestionadas, pueden complementar tu cartera y aportar valor añadido en el largo plazo.

¿Dónde encontrar inversiones rentables?

El entorno actual, con tipos de interés en máximos de los últimos años y una inflación todavía presente, está empujando a muchos inversores a buscar nuevas fórmulas para proteger su dinero. Entre ellas destacan las inversiones en energías renovables, el sector tecnológico, los fondos temáticos o el crowdfunding inmobiliario.

También están ganando peso los modelos de inversión colectiva como el crowdlending (préstamos entre particulares) o las plataformas que permiten invertir en activos tokenizados.

Sea cual sea tu elección, recuerda que la clave está en diversificar. Repartir tu capital entre diferentes tipos de inversión te permitirá mitigar riesgos y mejorar tus opciones de rentabilidad, sin poner en peligro tu estabilidad financiera.

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